Ya en la Antigua Grecia, la piel clara era un símbolo de clase social alta. Tuvieron que pasar milenios para que el tono moreno típico del verano se convirtiera, por accidente y gracias a una famosa diseñadora de moda, en un símbolo de prestigio social. Sucedió en pleno siglo XX, cuando también comenzó a desvelarse la utilidad biológica de la tez morena.

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