«Todo el mundo disfruta viendo la ciencia forense que se hace en series como CSI. El proceso de analizar huellas de contacto suele ocurrir muy rápidamente y con coincidencias definitivas y muy poco complicadas, con un único sospechoso», comenta Christopher Philips, investigador de Genética Forense en la Universidad de Santiago de Compostela. Pero la realidad tiene poco que ver con la ficción. Aunque se utilicen las mismas técnicas, los tiempos en los laboratorios son mucho más largos y los resultados no son tan certeros como los de la pequeña pantalla. Además, los científicos forenses raras veces acuden al lugar del crimen. Son agentes de policía especializados los que recogen las muestras. En la vida real no hay un «hombre o mujer orquesta» que se ocupa de todo el proceso. Existe un amplio equipo con funciones bien diferenciadas.

Puedes leer aquí el reportaje publicado en El Español.