Si hay un evento violento en el cosmos, de una intensidad tal que su eco es capaz de viajar por el espacio y el tiempo y llegarnos miles de millones de años después, es la fusión de dos agujeros negros. Junto a la energía y la materia oscura, estos gigantes son los elementos más misteriosos del cosmos. Las ondas gravitacionales que hoy somos capaces de captar desde la Tierra –y que predijo Albert Einstein– son producto de ese cataclismo.
Estas mensajeras siderales parecen demostrar la existencia de los agujeros negros, y no solo eso: nos dan información sobre la fusión y sobre lo que ocurrió antes. Gracias a ellas sabemos que a la tormenta cósmica le precedió la calma y que los gigantes del cosmos seguían una danza muy particular.

Puedes leer el reportaje completo en la agencia Sinc. Incluye una infografía animada de José Antonio Peñas.