En las profundidades oceánicas, donde apenas llegan los rayos del sol, el mayor invertebrado del planeta flota pacientemente. El silencio y la quietud de las aguas contrastan con la superficie, donde las olas rugen con furia, especialmente cuando hay temporal. En febrero de 2014, el mar arreció de tal forma en la costa asturiana que el Centro del Calamar Gigante de Luarca fue, literalmente, arrasado. Dos años después de aquella ciclogénesis, el único museo del mundo dedicado al gran cefalópodo sigue sin ser rehabilitado, y su futuro parece tan oscuro como el abismo donde habita la criatura.

Puede leer en EL ESPAÑOL el reportaje completo. Incluye una galería donde se ilustra el antes y después del museo.