¿Con qué dispositivo se pueden desarrollar nuevos fármacos, discos duros de última generación, materiales inéditos, escáneres más precisos para detectar células cancerígenas e incluso, autentificar obras de arte? Con los aceleradores de partículas. Desconocida y aparentemente, muy compleja, la física de partículas tiene aplicaciones muy concretas y útiles.
El sincrotrón ALBA, situado en Cerdanyola del Vallés (Barcelona), que comenzará a funcionar a lo largo de este año, abre una vía de oportunidades laborales para jóvenes ingenieros de muy diversas especialidades. Pero no es el único. En todo el mundo existen más de cuarenta centros de este tipo, sin olvidar al Gran Colisionador de Hadrones (LHC) en el que trabajan decenas de investigadores españoles. Además, un nuevo proyecto internacional, que contempla la construcción del mayor acelerador del mundo (el ILC), necesitará ingenieros altamente cualificados de todos los países participantes, entre los que se encuentra España y varias instituciones catalanas.
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